sábado, 30 de noviembre de 2013

Villancicos y las tradiciones culturales (Rosa Escobar a la viola)



Se recupera la tradición  con estos villancicos.
Así, desencantados con el presente, y medrosos por el futuro que nos aguarda, volvamos el rostro al pasado, para ver cómo se divertían nuestros antepasados de hace cien o ciento cincuenta años y qué tipo de villancicos cantaban las largas noches de Pascuas.
En el universo rural, en que estábamos inmersos, un mundo campesino de labriegos y ganaderos, la humilde figura del pastor junto al Niño Dios se sobredimensionaba para visualizar la importancia del pueblo en el misterio de su nacimiento y la voluntad del Mesías de verse rodeado de reyes, pero también de gentes trabajadoras de la más baja extracción socioeconómica, que conformaban el verdadero pueblo elegido. En este sentido, "pobres pero honrados" será uno de los tópicos de nuestros antepasados, que recordaban cómo en los Evangelios se dice que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico vaya al Cielo.
De fines del siglo XVI se conserva un curioso documento almodoveño donde se muestra un altercado entre paisanos por ir pidiendo el aguinaldo unos parroquianos, zambomba en mano, por las calles del lugar durante la víspera de Navidad. No obstante, tendremos que esperar a bien entrado el siglo XVIII para que comience a difundirse por conventos y casas aristocráticas española la moda de poner un belén en el zaguán del inmueble, según la costumbre importada de Nápoles; unas representaciones costumbristas donde se escenificaba el misterio de la Natividad, aderezado de figuras de la vida cotidiana no de la época de Jesús sino contemporáneas de quiénes encargaban el belén: lavanderas, soldados, romanos, ganado doméstico, chozos y hogueras, los Reyes Magos, el buey y la mula y, por supuesto, los pastores, moldeados de forma idealizada, como símbolo de inocencia u honestidad. Salcillo nos dejó en Murcia el que posiblemente sea el belén histórico más impresionante de España, con más de medio millar de figuras de excepcional calidad.
Pero volvamos a nuestro entorno, repleto de pastores locales y serranos venidos de los extremos de Castilla la Vieja y que pasaban Navidad y Año Nuevo desperdigados por nuestras sierras, ateridos de frío. Como homenaje a tales hombres sencillos, los villancicos resaltan un papel que consideran algo más que secundario en el feliz acontecimiento que presenciaron. Vaya como ejemplo este villancico recogido el Valle de la Serena (Badajoz), en plena Siberia extremeña:

"En un humilde establo
de piedra y barro
era una noche de frío atroz
de una virgen doncella
sin dolor de ella
nació triunfante el Niño Dios.
Unos pobres cabreros
son los primeros
a quien el ángel comunicó
que, nacido entre pajas,
sin más alhajas
encontrarían al gran Señor.
Ellos se regocijan
y al punto miran
lo que llevarle de más valer .
Un corderillo hermoso
llevan gozosos
harina, leche,
manteca y miel.
Sale la caravana,
muy de mañana
y al pequeñito van adorar,
con zanfoña y rabeles
música alegre
todos contentos le van a dar".
Otros pastores, o estrofas navideñas, éstas recogidas en nuestra vecina localidad de Almodóvar del Campo, conservan también un regusto entre gozoso y religioso, aliñado con unos toques realistas, sobre todo cuando relata las miserias y trabajos penosos que implicaba la vida de zagales y mayorales en mitad de los montes:
"Por aquella sierra abajo,
por aquella sierra arriba,
un serranillo venía
con el rosario en la mano,
cantando el Ave María.
A la sombra del peñón
el serrano se tendía
con una calenturita
que el serrano se moría.
Llamaron al cirujano
por ver lo que le decía,
y el cirujano les dijo
que el serrano se moría.
Mandó hacer testamento
de los bienes que tenía:
el zurrón y las cucharas
se las dejo a mi María;
el zurrón y las cordetas
(una prenda del pastor)
se las dejo a mi Juanaco
pa que guarde las ovejas
cuando vaya sierra abajo".



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